
Yo era una sirena. Nadaba y nadaba alrededor de los barcos, y a veces cantaba a algún marinero al oído. Para algunos necesitaba recitales largos y laboriosos, otros venían casi sin abrir los labios. Otros me hicieron llorar. Pero la mayoría se acercó.
Sin embargo todos y cada uno se llevó una parte de mi cola consigo: unos mucho, otros menos, pero todos quedaron marcados con una parte de sirena y así mismo yo iba perdiéndolo.
Es por eso que cuando llego él, fue la sirena, que ya había dejado de ser sirena, la que quedó hipnotizada por el marinero.
Sin embargo todos y cada uno se llevó una parte de mi cola consigo: unos mucho, otros menos, pero todos quedaron marcados con una parte de sirena y así mismo yo iba perdiéndolo.
Es por eso que cuando llego él, fue la sirena, que ya había dejado de ser sirena, la que quedó hipnotizada por el marinero.