lunes, junio 22, 2009

De vez en cuando


De vez en cuando la alegría tira piedritas contra mi ventana.
Quiere avisarme que está ahí esperando,
pero hoy me siento calmo
casi diría ecuánime.
Voy a guarda la angustia en su escondite y luego tenderme de cara al techo,
que es una posición gallarda y cómoda
para filtrar noticias y creerlas.
Quién sabe dónde quedan mis próximas huellas,
ni cuándo mi historia va a ser computada,
quién sabe que consejos voy a inventar aún
y qué atajo hallaré para no seguirlos.
Está bien, no jugaré al desahucio,
no tatuaré el recuerdo con olvidos,
mucho queda por decir y callar,
y también quedan uvas para llenar la boca.
Está bien, me doy por persuadido,
que la alegría no tire más piedritas,
abriré la ventana,
abriré la ventana.
Benedetti
------------------------------------------------------
Llevaba así dos semanas, jarreando, (diría su abuela). Estaba hastiada del sonido de las gotas contra el cristal, cuando se dió cuenta de que había un golpeteo disonante con el resto, (en vez de "plaf", hacian "clin").... Se quedó atenta al sonido durante unos minutos, sin estar segura de si se lo imaginaba, o realmente algo, aparte de las gotas de agua estaba chocando contra su ventana. Pegó su cara al cristal para asegurarse, pero no vió nada, pegó su oreja... si allí estaban (clin.............................clin.........................clin-clin.........).
Volvió a mirar a través del cristal y observó la calle. Allí, unos 7 metros más abajo veía la cúpula de un paraguas negro que se movía por la acera. El brazo de un niño se estiraba por debajo del paraguas con la palma extendida hacia arriba para que las gotas cayeran sobre ella.
Intrigada por la actitud del chaval (y por qué no decirlo, también lo suficientemente aburrida como para poder perder el tiempo en eso) abrió la ventana y saco la mano con la palma extendida hacia arriba esperando sentir la gotas en ella. Notó la calida temperatura que siempre acompaña a las lluvias de verano, sintió cada gota de agua chocando y rompiéndose en pedazos contra su palma, sintió el olor a humedad entrando en su habitación, sonrió y miro hacia abajo, el paraguas había pasado de largo....
A partir de ese dia estuvo atenta a todos los "clin" que sonaban a su alrededor. Los encontró en el parque,viendo al jardinero rastrillar cuidadosamente las hojas en otoño. En el metro, cuando el chico de las zapatillas rojas todas las tardes se sentaba a su lado leyendo impasible. En la risa, y en el llanto propios, y en el de otros. En la música, en las palabras, en el silencio...
Le decían "Loca" porque susurraba al oído de los hombres serios: "....clin"
Qué dificil es a veces localizar todos los clin que nos rodean, qué dificil es a veces atreverse a abrir la ventana, y no tener miedo a que entren.
Yo hoy voy a hacerme la "Loca" y no dejarlos escapar.

No hay comentarios: