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Depués de comer me quedé dormida, aunque más valía no haberlo hecho, porque me cortaron la siesta a la mitad y eso... eso me destroza.
Fui de un lado para otro toda la tarde, pero tranquila, sin prisa, paseando conmigo misma, sintiendo la primavera... como me gustan esas tardes sola caminando por la calle, porque hacía ya tiempo que no tenía un rato para dedicarme a mi misma, con todo el egoismo, y tener rato para pensar (en ti, en mi, en el, en ella, en ellas, en vosotros, en lo que he hecho, en lo que voy a hacer, en lo que tengo que hacer, en cómo es, en cómo quisiera que fuera, en cómo eres, en cómo somos), para observar, en silencio. Eso sí, sin atormentarse, sintiendo que es uno de esos momentos, en los que no hay razones para atormentarse.
Al final cuando me decidí a volver a casa estuve esperando el bus, sentada en un bordillo.Porque hay momentos en que me gusta mucho más sentarme en un bordillo que en un banco, quizá porque estás más recogida, y pasas más inadvertida, o quizá porque ves a la gente desde abajo.
Cuando llegué a casa me puse algo de música, y me tomé un buen vaso de leche con galletas de chocolate, que eso también es uno de los placeres que hacen todo un poco más llevadero.
En fin, que lo único disonante ha sido la sensación de pasar el día sin haber hecho "algo productivo" académicamente hablando. Maldita y mentirosa conciencia.
1 comentario:
:D
yo quiero uno de esos!!
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