
Ese chico de la foto, ese chico triste y solitario. Un gigante. No era un ídolo de masas, nunca lo fué. Un monstruo de papel.
Nos queda su música, con la que hemos llorado y amado. Que cuando la oyes sientes como si con la punta de un dedo te estuvieran tocando suavemente por dentro, y te recorre un escalofrio, y se te encoge el corazón, y sientes fragilidad. Nos queda su música, con la que seguiremos llorando, y amando, (quizá riendo?).
Voy a cerrar los ojos, e imaginar, escuchando el sitio de mi recreo, que es mentira todo, un sueño tonto y no más.
Ultimamente estoy melancólica, y esto me ha puesto aún más. Me da miedo la enormidad, me siento pequeña, pequeña, pequeña...
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